Por Rómulo López Sabando
Publicado originalmente en Diario Expreso
Una de las condecoraciones que guardo, con afecto, es aquella que los educadores me otorgaron como respaldo a mi afán por elaborar y lograr que el Congreso acepte mi proyecto de Ley que impuso la enseñanza obligatoria de Urbanidad, Moral y Cívica, en escuelas, colegios y universidades. De mi paso por el Congreso Nacional, como diputado por Guayas (1990 a 1992), recuerdo episodios como el del cenicerazo, las pateaduras, la sonrisa de hiena, la toma del Parlamento por el Ministro de Gobierno y la Policía para expulsar al Presidente del Congreso y muchas otras que son historia.
La Ley que obliga la enseñanza de Urbanidad, Moral y Cívica fue enviada al entonces presidente de la República Rodrigo Borja para su promulgación en el Registro Oficial. Pero terminó su periodo y no ordenó su publicación y quedó en el limbo. Un año después pedí al entonces presidente Sixto Duran Ballén, ordene su promulgación y publicación en el Registro Oficial. Desde entonces, la Ley rige, oficialmente. Pero 15 años después, desde 1992 hasta la fecha (2007), no solo que se incumple sino que se desconoce su vigencia. Y, quizás, esta sea la causa de tantas desdichas que agobian a la patria.
Recuerdo que cuando era un niño, mi querido abuelo Rómulo nos hacía concursar a sus nietos para ver quién había memorizado el "Alfabeto para un Niño" de Olmedo. Los sábados y domingos visitábamos al abuelo para realizar prácticas de caligrafía (de Palmer) y demostrar que habíamos leído el "Manual de Urbanidad y buenas maneras" de Manuel Antonio Carreño (1812-1874), y el "Libro de los Oradores" de Timón. (Traducido por Sáenz Romero. Barcelona 1861), que, como especial deferencia, me lo regaló y aun conservo. Dice Timón: "No afectéis con una falsa modestia ni un desdén soberbio. No seáis humilde ni altivo, sino veraz". "Si el que os precedió fue grave, sed gracioso; si fue gracioso, vos sed grave. No siempre es grato escuchar el mismo tono. Exigir el deber y las obligaciones para merecer el derecho. Ser imparcial en los juicios para dignificar su cargo.
El combate a la anarquía, a la dictadura y a la imposición será el punto básico de su actuación. Criterio y buen juicio le merecerá el respeto y estimación del pueblo". Carreño definió a la Urbanidad como conjunto de reglas para comunicar dignidad, decoro y elegancia a nuestras acciones y palabras y para manifestar benevolencia, atención y respeto. Clasifica los deberes morales del hombre para con Dios, la sociedad, la patria, nuestros semejantes, y nosotros mismos. El aseo en la persona, en la habitación, en el vestido, y el aseo para con los demás. El modo de conducirnos dentro de la casa: al acostarnos, levantarnos.
Cómo conducirnos con nuestra familia, nuestros vecinos, etc. y fuera de la casa en la calle, en el templo, cuando estamos hospedados en casa ajena y en los viajes. Cómo comportarnos en la conversación, ante las visitas, en la mesa, y en el juego. Y los "Deberes que deben existir entre padres e hijos, entre sacerdotes y seculares, entre magistrados y particulares, entre médicos y enfermos, entre abogados y clientes, y entre diferentes sectores.
Moral (more) y Ética, (ethos), latinismos que significan costumbres. La sana moral, consiste en amarse bien, hacer a todos bien y en no hacer el mal, dijo Olmedo. La Cívica estudia la Familia, parentesco, matrimonio, etc., normas, derechos, deberes, propiedad, etc., y política (Estado, Organismos Constitucionales y sus diversas formas de organización íntimamente relacionada con la propiedad, la familia, el Derecho y el Estado. Del latín cives, ciudadano y ciudad, la cívica se basa en el respeto al prójimo, el entorno natural y objetos públicos. Buena educación, urbanidad y cortesía, cuánta falta nos hace.
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