Por Rómulo López Sabando
Publicado originalmente en Diario Expreso
El gran dilema en la vida política, como en el mundo intelectual, es entender y definir los conceptos y las realidades resultantes de los “intereses” versus los “derechos”. Cuando en las ciencias sociales y en las estructuras jurídicas de la nación se pretende realizar cambios de políticas públicas, las reacciones por defender los “intereses” pugnan y se confunden con los “derechos”. En Grecia igual que en Roma, la Edad Media y en el siglo XX se vivieron experiencias traumáticas. Cientos de millones de muertos y luchas sin fin. Es natural defender “sus intereses” y confundirlos con “sus derechos”.
Cuando advino la “revolución industrial” los Luditas (1811-1820), obreros que destruían las máquinas argumentando que perdían sus trabajos, se oponían a la tecnología y el maquinismo El Estado de derecho, según Locke (1632-1704) significa vivir en una sociedad libre, convivir en la discrepancia de ideas, creencias, opiniones, gustos y diferencias. Imponer las ideas del gobernante o del legislador a los demás y a su arbitrio, donde los más fuertes imponen sus ideas a los débiles; o, las mayorías imponen sus creencias (¿intereses o derechos?) a las minorías y utilizan al Estado para obligar a la gente a realizar cosas que no harían voluntariamente, es una sociedad compulsiva.
El “derecho común” (common law) refiere que vivir en una sociedad libre implica comprender que “nadie” puede hacer a través del Estado lo que no puede hacer en forma personal. Juan Carlos Cachanosky (Phd en economía) decía hace siete años que si un grupo de empresarios locales contrata a gente armada para que les quite lo que han comprado a las personas que vienen del exterior, es agresión y robo. Sin embargo si el mismo grupo de empresarios convence al Gobierno para que ponga aduanas y haga lo mismo que el grupo armado, entonces, como diría Federico Bastiat, (1801-1850) el “robo” se legaliza.
Si un grupo de trabajadores contrata a gente armada para que les quite por la fuerza a otros trabajadores parte de su salario el día de la paga, esto se vería como un robo. Sin embargo si los sindicatos (o sea un grupo de trabajadores) convencen al Gobierno para que mediante ley se les retenga parte del sueldo a los trabajadores y se destinen a los sindicatos entonces ese “robo” se transforma en “bienestar social”. Respetar la libertad de elegir es la opción para evitar una sociedad donde las agresiones a través del Estado se institucionalizan. Si el Estado en vez de usar fuerza “defensiva”, es decir impedir que alguien imponga por la fuerza su voluntad a otros, y comienza él mismo a usar fuerza “ofensiva” contra sus oponentes se revierte el motivo para el cual el Estado existe: en vez de impedir la violencia entre grupos se transforma en un “medio” para ejercer la violencia a favor de un grupo. Siempre los gobiernos gastan más de lo que recaudan (esto no fue un invento de Keynes) y financian su déficit emitiendo dinero.
Los romanos cambiaron ocho veces de moneda por la falsificación sistemática del contenido de oro de cada moneda. La inflación hizo que el emperador Dioclesiano (año 301) emita una ley de precios máximos con pena de muerte para el que los violara. La inflación es un “impuesto” a tener dinero líquido en la mano, los salarios pierden poder de compra rápidamente. Una moneda dura defiende el salario real de los trabajadores, permite créditos a largo plazo a bajas tasas de interés y hace que el mercado de capitales desarrolle buenas inversiones. Aunque Stalin y Mao quienes manejaban los precios a su antojo, afirmaban que en el comunismo no existía la inflación.
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