Siguiendo la temática de Jaime Izurieta en el artículo anterior, recomiendo leer el artículo de Jorge Vivanco que reproduzco abajo. Esto no lo digo, yo si no alguien reconocídamente socialdemócrata. Traspasando el debate ideológico hay que darse cuenta que más allá de la visión del mundo que tenga el Presidente Correa, las autonomías "al andar" como dice el alcalde Nebot han funcionado muchísimo mejor que en el esquema en que habían funcionado los municipios antiguamente y al cual el Presidente Correa quiere regresar, centralismo y a fomentar el clientelísmo político a través de la eliminación de las contribuciones voluntarias al ISR.
Que mejor signo de democracia que permitirle al ciudadano a través de la declaración del ISR que decida como quiere que se usen sus pagos de impuestos. Realmente causan alarma comentarios como el don Carlos Marx Carrasco reproducido en la última revista Vistazo del 4 de enero, que entre otra cosas dice que los impuestos son del gobierno y no de los ciudadanos por eso se justifica que el gobierno decida que hacer con ellos. Tremenda barbaridad y supina ignorancia lo que dice, los impuestos son de los ciudadanos, "impuestos" a la fuerza para cubrir los gastos del gobierno. Por respeto lo mínimo que se podría hacer es que el ciudadano decida como se lo había venido haciendo hasta ahora no con el 25% sino con el 100% que quiere que se haga con sus impuestos. Eso es verdadera democracia, el resto es cuento.
Lean por favor el artículo de Vivanco que vale la pena ver que oscuros motivos hacen que los alzamanos entontecidos por el poder aprueben una ley confiscatoria que tiene como único fin destruir cualquier vestigio de independencia política para darle al ciudadano Presidente don Rafael I el poder absoluto cual si fuere rey absolutista. El absolutismo se acabo en Ecuador con la revolución de las alcabalas, con el Boston Tea Party y otros. No nos dejemos engatuzar.
Barajando los días
Recónditos motivos
Por Jorge Vivanco Mendieta
Ante mis ojos y los de todos los habitantes de Guayaquil que no sufren de miopía o presbicia, está más que claro que para la ciudad, con la Alcaldía de León Febres Cordero terminó la prolongada etapa de las administraciones municipales desastrosas; y puso en marcha un programa regenerador de gran aliento, que Jaime Nebot tomó la posta y ha hecho un trabajo admirable, a punto de convertir a Guayaquil en una ciudad bella, destino turístico nacional e internacional.
No me he afiliado a ningún partido, pero soy ideológicamente socialdemócrata, mas no sectario ni odiador y por ello reconozco esta realidad.
Jaime Nebot pasará a la historia como el gran Alcalde de Guayaquil y al parecer esto desata celos y envidias.
Por destruir la figura de su Alcalde, se detiene el desarrollo de Guayaquil, la ciudad que ha prestado los más altos servicios a la patria y ha sido su principal sostén, la más extensa, más poblada y de mayor energía económica. Para ello echan mano a todas las maniobras posibles, llenas de la falsía política de la que hablé ayer. Quieren detener la obra de Nebot a favor de Guayaquil y el país, Y digo una obra que favorece al país, porque el desarrollo de Guayaquil significa alivio a los desajustes que se producen en el resto de la República. La labor de Nebot como Alcalde de Guayaquil, desborda los estrechos límites de lo ideológico y de la mezquindad política.
El plan, por ahora, es centralizar rentas de la I. Municipalidad de Guayaquil y para ello parece que quieren destruir al municipalismo, a fin de afirmar el centralismo. Eso es remar contra una corriente de la historia; en segundo lugar pretenden, aplicando la enervante “tramitología burocrática”, poner trabas a los planes de desarrollo, de la I. Municipalidad guayaquileña, mediante sistemáticos dictámenes negativos.
En este sentido, el muro principal es la Procuraduría de la Nación y su obsecuente delegado en Guayas, oponiéndose a obras que no son para pelucones sino para la gente pobre, como la regeneración de la calle 38, venta del terreno para que la Junta de Beneficencia construya un hospital, descontaminación del Salado, construcción de malecón para una ciudadela de clase media, como Bellavista.
Uno de los frentes de esta lucha contra Nebot que repercute con Guayaquil, es destruir las fundaciones, lo que significará la eliminación o paralización de más de cien fundaciones de este, pues las fundaciones son reconocidas legalmente y actúan o deben actuar de acuerdo con la ley; si no lo hacen, pues se las suprime; están bajo la supervisión de la Contraloría y de todos los órganos de control oficial, sujetas a permanente fiscalización, etc.
Las principales obras de desarrollo para Guayaquil bajo el plan de Nebot, han sido: el Malecón 2000, ancha franja junto al río para esparcimiento y educación del pueblo, que se conecta con esa maravilla de Puerto Santa Ana; uno de los mejores aeropuertos del continente que no le costó medio al Gobierno; la mejor terminal terrestre de América del Sur, la regeneración urbana, la salud gratuita, la ayuda a la educación fiscal, el reparto de libros y útiles escolares, una intensa labor editorial, cooperación constante para la seguridad ciudadana, rescate del Salado con el malecón dignificante de moradores suburbanos, que comienza por un parque lineal extraordinariamente hermoso.
No son solamente obras ornamentales, que están muy bien desde luego, sino obras de gran contenido social. Por ellas, Nebot tiene el índice de aceptación más elevado de la historia de Guayaquil. Y esa es la causa de la campaña contra él, campaña que ante el pueblo, tiene efectos contraproducentes, como se demostró en la manifestación espontánea y sin planificación alguna que se le ofreció como desagravio a los atropellos de La Cadena.
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