El gobierno nacional en su constante afán de atacar todo lo bueno que pueda haber en Guayaquil, ha decidido una vez más retomar un tema que aparentemente es bueno y usarlo para sus fines políticos. El turno es de los informales esta vez. Nuestros lectores saben que la mayoría de los que escribimos en este blog tenemos una orientación de defensa de la libre empresa y mínimas regulaciones gubernamentales así que nuestro comentario va en ese sentido.
Si bien es cierto simpatizamos con la idea de que el gobierno debe de dejar de intervenir en las transacciones comerciales y de garantizar el derecho a trabajar sin mayores trabas no menos cierto es que la labor de ordenamiento que realizan los municipios tiene que ir orientada en 2 ambitos. Por un lado intervenir lo menos posible en el desenvolvimiento económico de la población y por otro lado brindar un marco favorable a la resolución de los problemas de la comunidad para beneficio de la misma.
Si el primer factor se viola, el municipio se convierte en la principal barrera para el desenvolvimiento económico de los ciudadanos. Excesivas regulaciones y permisos llevan al no cumplimiento de las normas y por otro lado tienden a afectar económicamente a sus habitantes. Por otro lado el no cumplimiento de ser las institución que brinda el marco favorable para los problemas comunitarios, convierte al municipio en irrelevante y que la ciudadanía sufra las consecuencias del caos donde no están bien definidos los límites a la propiedad como las aceras, calles y parques.
En tal sentido si bien es entendible el reclamo de los informales de que se los deje trabajar en libertad sin mayores regulaciones, no menos cierto es que tenemos que preguntarnos porque en primer lugar hay tanto informal en las calles y porque tienen dificultades en ganar aunque sea lo mínimo para subsistir.
En una economía pujante y relativamente desregulada, los informales no dejarían de ser más que una curiosidad típica de una gran metrópoli. Sin embargo en países del tercer mundo resulta que los informales son un gran porcentaje de la población. Esto se debe más que nada a la pobreza extrema que obliga a los informales, padres de familia como todos los formales salir a buscar el pan del día de la mejor manera posible a través del comercio. En este sentido sin filosofar más sobre el tema, el municipio al mismo tiempo que ha ido regenerando la ciudad ha ido proveyendo alternativas a la calle para aquellos que no pueden pagar ni siquiera el alquiler del local mediante la construcción de mercados.
Nosotros seríamos los primeros en este blog que hubieras salido en defensa de los informales si el municipio al sacar a estos informales de las áreas regeneradas no hubiera permitido por lo menos que estos se establezcan de manera organizada en algún otro lado. Por el contrario aunque no sea lo ideal ( ya que tampoco debería de ser tarea del municipio) en condiciones económicas adversas y presupuestos muy limitados se ha abocado a crear mercados con todos los servicios con costos muy módicos para los comerciantes.
La otra pregunta que tenemos que hacernos es porque hay tanto informal y esto es culpa de las políticas desarrollistas de anteriores gobiernos y más aún del actual que en vez de abrir el país a la inversión extranjera y a desregular la economía para que la ciudadanía tenga medios adecuados para participar en el mercado de manera formal sigue empecinado en proyectos que tienden a la formación de más informalidad, pobreza y desesperación entre quienes tienen que trabajar en esas condiciones.
En este sentido es importante notar que si queremos resolver el problema, que enfrenta Guayaquil en estos días la solución no está en destruir todo lo que ha hecho el municipio, so pretexto de libertad para trabajar si no más bien en ver la forma de que los informales sean formales y que la ciudadanía especialmente los más necesitados no se vean obligados a trabajar en las calles por falta de oportunidades económicas o de trabajo.
Bien hace el alcalde al rechazar el apoyo solapado que el gobierno a través de la policia y agitadores está brindando a incautos comerciantes que creen que la solución de sus problemas económicos es regresar a vender en la calle. Si no venden en los mercados municipales es porque realmente el país está en crisis gracias al proyecto político del gobierno que solo espanta la inversión, minera, petrolera, capitales locales y quien sabe que más con la nueva constitución.
No nos dejemos engañar, señores informales no se dejen engañar, el problema no es el municipio en contra de los informales, el problema es mucho más grande, es el gobierno y su socialismo del siglo XXI contra el país entero con un proyecto político que busca convertirnos a todos en mendicantes y solidarios en vez de productivos y empresariales.
El asunto es evidentemente un negocio político. Las mentes [des]lucidas para esto si son buenos y se valen de unos tontos útiles para manipular a los informales. No caigan en la trampa, dirigentes y dirigidos (e individuales). La inversión la espanta el correazo con sus ideas retorcidas y políticas retrogadas e influye en el empleo y lo q busca es un chivo expiatorio para formar el caos y descargar sus frustaciones en enemigos políticos. Esta película al menos la tiene clara Jorge Vivanco Mendieta (de quien me solidarizo x la reciente pérdida de su esposa, enterándome hoy al leer, como todos los días, su editorial).
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